- No me jodas... una ex nunca manda un mensaje diciendo que se acuerda de 'lo que tuvieron'. Mmmm, smells like bullshit.... - dijo Marcos como el niño pícaro que te convence de que los Reyes son los padres.
- Buenooo... pero todo lo anterior es pasable... felicitarle por su cumpleaños, desearle lo mejor... ¡Venga, coño, si ella sabe que él está casado! - le contestó Erika apurando la cerveza.
- Sí, sí ...yo no te digo que no... eso se le puede decir a una ex de vez en cuando. Yo a veces me acuerdo de ti, de lo que tuvimos. Pero eso se dice cuando no te ves muy a menudo y lo dices en un arranque de calentón y nostalgia, cuando sabes que NO PUEDES caer en la tentación... ¡Pero es que él es su jefe y lo ve todos los días, cojones! - sentenció Marcos apurando el cigarro que le había robado a su ex.
- Bueno… yo creo que me cabrearía mogollón, pero a la larga se lo acabaría perdonando... No sé… en fin… voy al baño.
Las terrazas de la Calle Montera estaban abarrotadas, pero ellos preferían la intimidad del local, alejados de la ventisca de la primavera bipolar. A ratos salía el sol y a ratos se encapotaba. Tenían muchas cosas que contarse.
Erika volvió del baño y se acomodó guiñándole un ojo como siempre hacía. Puro sabor a tarde madrileña.
- Vale, igual tienes razón pero no sé... creo que necesito pensarlo más con la última birra. Tardo dos minutos, guapa - dijo Marcos mientras dejaba una servilleta arrugada encima de la mesa y se alejaba dejándole un guiño.
Erika jugueteaba con el boli del '100 Montaditos' y empezó a escribir su nombre en esa servilleta, rodeado de un planeta, media luna y varias estrellas. Un mundo irreal. Pensaba en cómo habían cambiado y sin embargo, seguían igual.
Una estudiante de periodismo con muchas dudas, rojilla, con ganas de llevar la contraria y de vivir. Un estudiante de derecho con pasión por el Rayo, de derechas y al que también le encantaba llevar la contraria y vivir. Hoy ella era editora gráfica en una agencia de fotografía y él un Guardia Civil de Guadalajara especialista en leyes. Habían pasado nueve años y cinco días desde que se conocieron en Joy Eslava y empezaron a compartir copas y bailes.
- A ver, tú ¿cambiarías tu trabajo de ahora, tus paseos por las calles, los cotos de caza, 'que tenga usted buena noche, señor agente' y las mañanas en el cuartel con el periódico y el café encima de la mesa?
- Mmmm, joder, pues no lo había pensado... Supongo que eso es que no, ¿no? - preguntó Marcos.
- Mmmm, yo creo que sí. Que eso es que no. – concluyó ella.
- Mira, a mí me gustan los uniformes. Soy fiel a mi trabajo y a mis ideas, y busco alguien que comparta conmigo esa fidelidad y me dé el 100%. No me conformo con menos.
- Venga, - repuso Erika - los hombres lo que buscáis son tías buenas y nosotras, tíos de los que estar orgullosas, que nos den prestigio, que triunfen.
- ¿Prestigio? ¡Por eso sigue tonteando con el capullo de su jefe! Prestigio… vale. Pero no me hables de triunfar… ¡Yo le triunfo a la muerte cada noche! – contestó Marcos indignado.
- ¿Alguna vez has tonteado con mujeres que se habían saltado un semáforo? – la respuesta se hizo esperar unos segundos.
- Pues, sí. Alguna vez sí. Venga, a las mujeres os ponen los uniformes. Y a mí ese juego me hace gracia. Pero nunca me he pasado de la raya, nunca les he dado mi número de teléfono, nunca me las he follado en la parte trasera del coche. Y he tenido ocasiones, créeme.
- Por eso desconfías de ella, porque a ti, en el fondo, te gustaría follártelas a todas. Eres un jodido infiel psicológico, eso es lo que te pasa – sentenció Erika convencida.
- Pues seguramente. Por eso a lo mejor prefiero saber de ti lo justito. Soy honesto conmigo mismo. Yo, al menos, tengo la fuerza de voluntad de respetarla.
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Le quería. Le quería sólo porque era su ex. Por lo que compartieron ocho años atrás. Los días de nubes y soles, rodeados de hierba fresca y exámenes. Cuando solía esperarla a la salida de clase, la primera noche de hotel, el humor absurdo, los besos, las familias, los poemas, el cine, los atardeceres, las postales desde la playa, los psicólogos, la pérdida de la virginidad, las primeras broncas, gritos, más gritos, la ruptura, el dolor común.
Rompió con Marcos porque era un celoso compulsivo con ataques de ira; para colmo, cuando tenían una bronca, a ella le daban ataques de ansiedad, le daba por vomitar y huía. Los padres de él se divorciaron cuando tenía nueve años por infidelidades. Los padres de ella la habían sobreprotegido tanto que era incapaz de soportar una bronca con puñetazos en la mesa.
Marcos recogió la servilleta, dibujó un corazón y preguntó travieso:
- ¿Y Erika está por...?
- Por nadie - suspiró ella con una mezcla de alivio y nostalgia.
- Yo sí lo sé. Estás enamorada de tus peces. De tu independencia y de tus peces – sentenció él.
- ¿Quieres conocerlos? – Erika se había lanzado a la piscina del todo. En los nueve años de ex relación habían tenido varias segundas oportunidades, pero cuando no estaba ocupado él, lo estaba ella. Estaba harta de arrepentirse de no haber hecho algo que llevaba años queriendo hacer.
- ¡Pues claro que sí, guapísima! – dijo Marcos sin dudarlo.
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Erika no sabía si sincerarse. Temía que Marcos se diese cuenta de que todas las mujeres pueden ser unas golfas y perdiese la confianza y el respeto en ella. Ella siempre había dicho que Marcos le hacía sentir como la mejor mujer que había pasado por su vida, y esa sensación era adictiva. Pero esta vez había algo diferente.
Le dijo que desde entonces había tenido rolletes, amagos de novios, había tenido deslices, había probado el intercambio de culturas, y hasta ser la puta con falda de acceso fácil en el garito de moda. Cuando le dijo que también había sido ‘la otra’ durante algunos años, a Marcos se le torció un poco el gesto, pero no hubo ni una sola palabra de desaprobación.
- ¿Entonces soy el único al que has presentado en casa, en nueve años? – preguntó Marcos incrédulo.
- Eso parece… Contigo ya tuve suficiente… jajajaja – era una broma socarrona.
- ¡Oye!
- ¡Qué! ¡Tú ni siquiera me presentaste a tu padre cuando estábamos juntos! – contestó Erika
- ¿Así estamos a estas alturas? Eso lo tenemos que solucionar. Mañana te llevo a comer con él. 'Mira, papá, ésta es mi ex' – dijo Marcos, y los dos rompieron a reír.
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Llegaron a Estrecho, subieron en el estrecho ascensor hasta el quinto piso, Erika le enseñó la casa como si Marcos fuese la vigésimotercera persona que pasaba por allí. Esto es el salón, el ventanal, las Torres Kio. Los cuadros, el sofá, la tele, el rincón chill out, los peces.
- ¿Cómo se llaman? – preguntó Marcos.
- Cibeles, el Comemierda, Dorian Gay, el Pezado y... No Quieras.
- ¿Y ‘Quieras’?
- Se murió sin querer – contestó Erika.
- Joder, qué putada.
Llamaron al chino, pusieron la tele. ‘Callejeros Viajeros: Destino Hanoi’. Erika pensó que la vida era una puta broma. Su compañera de piso, que siempre fue algo más que eso, estaba perdida por Asia, camino de Vietnam, en compañía de su novio y otros colegas. Erika se encendió un cigarro mirando Madrid y de pronto la pantalla de la tele se reía en su cara. La bahía de Han Long. Las cuevas. ¿Vería al dragón? Erika decidió que su próximo viaje sería al Serengueti a cazar cocodrótamos.
Marcos apuró el canuto y se atrevió a sincerarse también. Le contó que había descubierto ese maldito mensaje que le había mandado Erika a su ex husmeando el móvil mientras se duchaba. Que no le podía decir por qué ya no confiaba en ella, porque le había dejado dos mil euros que no estaba dispuesto a perder por tonto cornudo. Que había escapado de todo lo que le rodeaba con una baja por dolor de espalda volviendo a Madrid para ver a su familia y sus amigos de siempre. Para ver si se compraba un coche nuevo, descansar y pensar qué coño iba a hacer con su vida.
Llegó el chino, el de siempre, con la uña del dedo menique kilométrica. Le dio las bolsas. Las vueltas.
- ¡Vivaaaaa! Rollitos de primavera – gritó Erika entusiasmada.
- Yo unca tuve rollitos de primavera porque siempre me robaron el mes de Abril.
- Yo unca tuve rollitos de primavera porque siempre me robaron el mes de Abril.
Cenaron. Discutían sobre si ‘robar en el trabajo es robar, o no’. Erika sacó una montaña de fotos. Añoranza de la vida vampira. Marcos las miraba y se atrapaba, Postsecret es una idea de puta madre, qué le dice una gallina deprimida a otra, se reían y todo comenzó con una pelea absurda por la mejor posición en el sofá. Ella siempre ganaba.
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Estaban en la cama, besándose, con el mismo sabor, pero distinto. Ella se puso encima y empezó a dejarse llevar. Marcos la dejaba hacer, con los brazos bajo la cabeza, sonreía. Comenzaron a luchar, se gruñeron, el Abrazo del Oso, risas y mordiscos. Era un sueño surrealista y hermoso.
Se dijeron ‘Te quiero’ muchas veces, se follaron, se abrazaron. Marcos le dijo que no cambiaría nada de ese día. Erika le contestó que mejor ahora que no con 38 años.
- Buahh, si yo desde los 16 hasta ahora he tenido diez o doce novias... cuándo tenga 38 como siga igual... ¡Me habré olvidado de todas! – dejó pasar un segundo – Menos de ti, claro... Eres la única de la que todavía me acuerdo.
Erika se incorporó en la cama. Estaba desnuda, se encendió un cigarro, sonrió y se asomó a la ventana.
- ¿Esto realmente ha ocurrido? – preguntó confundida.
- Esto ha sido algo de lo que no me arrepiento, que tenía que pasar, al margen de mis ex y de tus ex. Porque no nos acordábamos de lo que habíamos tenido. Bendita contradicción.
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Erika se despertó y decidió darse una hora más y llegar tarde al trabajo. Necesitaba seguir soñando.
WOA! Bueno, prefiero que Eryka haya vivido la experiencia ahora y no con 38. Era eso la fiesta de la primavera o que? Me han gustado los dobles sentidos, las metaforas y sobretodo las referencias a tu compi de piso. No sabia que el objetivo de los peces era tener una excusa para atraer a mas hombres a casa...uhmmmm...que rica es mi ni;a. Sin perder ni un min de tu tiempo corazon, como a mi me gusta, una gran historia...MUA!
ResponderEliminarDeberías de plantearte escribir un libro. Me he imaginado leyéndote en mi cama antes de dormir y descojonándome a la vez que me llegas al corazón. Sigue escribiendo,Zazu. Nunca lo dejes.
ResponderEliminarMua!