Anoche me convertí en una Cymothoa exigua y me encantó.
Reconozco que mi aspecto externo me horripiló un poco al principio, pero ¿a quién le importa su aspecto cuando vive haciendo enmudecer bocas ingratas?
Me introduje sigilosamente entre tus ronquidos y me agarré a tu lengua con mis tres pares de patas delanteras.
Con cuidado de no hacerme notar, chupé toda la sangre, y cuando ya sólo quedaba un músculo podrido y atrofiado, lo arranqué y lo empujé a través de tus dientes, rodó por la almohada y se perdió por el abismo del borde de la cama.
Reemplacé plácidamente el lugar ocupado por una lengua viperina y, sin que te dieses cuenta, comencé a relevar la tensión sanguínea de tu sistema circulatorio. Así fue como, sin que te dieras cuenta, me convertí en tu nueva lengua, en un parásito feliz que podía decir aquello de 'Esta boca es mia'.
Y tú, jamás volviste a opinar, juzgar, etiquetar ni criticar.
PD: Para ti, Fogonazos, por ser una fuente de inspiración diaria. Espero que no sufras la compañía de muchos bocazas. Lástima que este bicho sólo se cuele en la boca de los peces...
jueves, 7 de enero de 2010
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Muy bueno el sentido de esta entrada, pero reconozco que me dió un poco de asco de ese parásito.
ResponderEliminarUn beso, me alegro por tu logro...