martes, 20 de octubre de 2009

Embalando cajas vacías


No es fácil bailar un swing en un salón lleno de cajas. Así que me tumbo en el sofá-monstruo agotada y cierro los ojos. Hay demasiadas cosas, pero mis pertenencias ya no me pertenecen.

Estoy puto agobiada. Siempre me pasa lo mismo. Alegría y nostalgia. Ganas de gritar.


Libros, espejos, gorros, fotos y calendarios. Todas esas cosas que sólo porque tienen cable se te hacen jodidamente imprescindibles: cámara de fotos, mp3, cutremóvil, blackberry, los dos ordenadores... No, no es tarea fácil ponerse a empaquetar tu vida en otoño.

Los bultos y los recuerdos se amontonan demasiado y para colmo, te sientes con una mezcla rarísima que altera poderes brujos pirómanopurificantes y un Síndrome de Diógenes Grado III que te cagas.

Decides tirar toda esa ropa que hace más de un año que no te pones aunque te quedas mucha otra que jurasyperjuras que para la próxima temporada recuperarás. Te guardas esa esquinita del condón que se dejó tu chico (aunque bien podría ser de cualquiera de las taradas), sólo por la estúpida ilusión de saber que tiempo indeterminado después te darás una sorpresa a ti misma.

Flipando en do mayor a ritmo de Mel... al fondo del cajón: esa cajita de Norlevo. Ouch. Aquella que un pianista y jugador de rugby me acompañó a comprar hace un año.

Tengo que llevarme demasiadas cosas de esta casa. Me llevo esa lámpara naranja con forma de falocohete que un alma bipolar me regaló por mis 23 años. Me llevo un DNI nuevo con la dirección de siempre. Pero además de cargar hasta con el saco de dormir y la duda de cómo será mi próxima cama y a cuantos hombres (y mujeres) meteré en ella, me voy embalando cajas vacías.

Me llevo la Enciclopedia de las Cosas que Nunca Existieron, el jamón, las plantas del Demonio, el candelabro de tu ex, el jardín Zen, el muñeco vudú rojo, y el juego de los pezqueñines... Me llevo hasta lo que habéis metido debajo de mi cama, cabronas transtornadas: un pony, unos gemelos, a Olivia y los calcetines de Chema.

Me llevo un mundo plagado de fetichismos, fulanismos y malissssmos. De arrebujarla terrosa, nesecidades y de frases del tipo: ""Yo no sé, a veces quiero ser madre y a veces quiero ser puta". De leer las cien cosas que dice el Cosmopolitan que tienes que hacer desnuda y de desayunos con payasos y globitos con formas y colores. Me llevo un DVD de Rocío Jurado y otro robado, con vídeos de hombres calvos tocando la guitarra sin audio. Me llevo a Diana, a Zíngara y a Pingüi Pingüi uuuuuhhhhfiesta!!! Me llevo una pelota que bota y rebota y en tu cara explota.

Me voy de esta casa... bailando un Strawberry Swing.